
¿Debemos dejar espacio a la crítica?
El master que crucé en España fue mi primer y duro acercamiento a que otras personas critiquen (alaguen y den palo) mi trabajo. La experiencia es brutal, no lo niego. Pero viendo hacia atrás en la distancia que enriquecedor fue cada comentario recibido.
Recuerdo a María Santoyo (la directora del master) siempre antes de cada sesión de revisión de avance de nuestros proyectos repetirnos el mantra “están hablando del trabajo, no de ti”. La premisa es muy cierta, lógica (si quieres ponerlo así) y muy saludable. Es necesario separar tu ser sensible de tu trabajo, por más hij@ de tus entrañas que sientas todo lo que haces. ¡Pero sí que es difícil!
Otra cosa, en aquel momento la exposición del trabajo en curso no era tan público como ahora con las redes sociales, sentía el vértigo de ponerme frente a los círculos concéntricos indicándome como el blanco sólo horas o días antes de los encuentros que acabo de contarles. Ahora siento esto constantemente, cada vez que pienso en dar click al símbolo de mas (+) en Instagram, cada vez que veo el contador de likes o corazoncitos en las redes (twitter, facebook, intagram, vero, etc.). Es decir; el bombardeo de las posibles críticas es más rápido que las veces que puedo repetirme el mantra de “no eres tú, es tu trabajo“, “no eres tú, es tu trabajo“.
Todo esto me ha hecho preguntarme cuál es la diferencia entre estos dos tipos de crítica y si deberíamos dejar espacio para cada una de ellas.
Mi apreciación, a la que llegué sobre la primera pregunta (diferencias) fue que durante mis sesiones de revisión de avance de proyecto lo hacía en un grupo reducido, convirtiendo a mis compañeras y compañeros en mi focus group. Segundo, la crítica era de ida y vuelta. Y sí, saber que el turno para criticar es temporal y en nada el banquillo de exposición sería nuestro cambia las cosas. Y finalmente; eran personas con las que compartía conocimiento de fotografía, eran miradas que respetaba (difiere a si las respetas como personas en general, bien puedes respetar la mirada de una persona horrible y así como puedes pensar que esa persona hermosa es miope a la fotografía).
Por el contrario la exposición a la crítica en redes sociales es a un grupo que sólo el algoritmo sabe los parámetros que lo delimitan, convirtiendo a ésta crítica en vagamente amplia o chica, unidireccional y solo el Dios de lo binario sabe si es una mirada abierta, sesgada, culta, inculta, etc.
Respondida la primera pregunta, me enfrentaba a la segunda y más difícil: ¿Deberíamos dejar espacio a las dos?. Mi respuesta es sí, siempre y cuando respetemos el mantra “no eres tu, es sólo tu trabajo” y además, si y sólo si las asimilamos tomando en cuenta sus radicales diferencias. En otras palabras, no deberíamos dejar que ninguna de las dos críticas nos dañen personalmente. Pero, con la crítica en redes sociales debemos saber que no va a ser nunca tan profunda como la grupal y en vivo, y por ende deberíamos darle menor importancia. A ésta crítica será imposible sacarle tanto partido como a una crítica en un ambiente y con la gente propicia para recibir retroalimentación. Tal vez por esto extraño esa crítica sin jerarquía, la crítica amorosa y sincera de mis iguales, mis compañeras y compañeros. Y no, nunca fueron sólo halagadoras, pero siempre vinieron pensando en hacer del resultado final de mi trabajo a prueba de balas.
Tu, ¿te animarías a crear en tu entorno un grupo de crítica entre iguales? y si vives en Quito ¿Te animas a crear uno conmigo?

